Óleo sobre lienzo
1915
Hay pintores (y otras muchas cosas) que me tienen enganchado, y es el caso de Sorolla... no sé por qué, pero sabe plasmar en un lienzo lo que sucede en mi alma; Sorolla narra con pinceles lo que el cosquilleo de las cosas dibuja en mí...
Entra como la obertura de la sexta de Beethoven, como manda la partitura: allegro ma non troppo... sin correr, pero con la alegría de los pasos recorridos hasta la orilla... detrás quedan muchas historias, muchos recuerdos, muchas seguridades... delante, la inmensidad de un mar que le espera para envolverla en sus libres vestiduras...
Sorolla eterniza el instante, el instante que nadie percibe, en instante de luz y de movimiento, el instante del espacio, cuando la ola retrocede y la niña se suspende en el aire que la recibe... poco a poco, sin prisa, pero sin pausar los deseos más enraizados en el interior. Eternizar los espacios, los momentos, los colores, las luces, los saltos de la partitura...
Eterniza el insante, como el cosquilleo de las cosas se dibuja en ti... y entra, como manda la partitura, allegro ma non troppo... sin correr, pero con la alegría de los pasos recorridos hasta la orilla... detrás quedan muchas historias, muchos recuerdos, muchas seguridades... delante, la inmensidad de un mar que te espera para envolverte en sus libres vestiduras... y mar adentro, siente la libertad de un cuerpo tibio que, como pinceles en la paleta, como notas en la partitura, van dibujando la cadencia ascendete del placer de sentirse libre...
Hay juegos de luces, personajes que viven su historia paralela a la tuya, barcas que flotan esperando que alguien coja su timón y se las lleve más allá de horizonte, donde nace el arco iris y no se termina la historia... deja atrás la orilla, la de las piedras y la arena caliente... y entra en el mar... donde las caracolas se llenan de melodías que recordarás cuando vuelvas a la tierra que te vio nacer...
Estamos cansados de correr, de ver tanta luz sin ver, de hacer tantas cosas si parar, de pasar tantas páginas del calendario sin saborear, de vivir el sinvivir de la vida... y ¿te has parado alguna vez? ¿has sentido la paz del instante antes de avanzar? Los instantes en la vida duran un instante, pero tú puedes hacerlos de treinta, de veinte, de quince, de cuarenta y hasta de cincuenta y seis minutos, y aún durando lo que los relojes marcan, los instantes puden durar toda una vida, una historia o simplemente volverse eternidad... y meterse para siempre dentro de una caracola... La caracola guarda el instante para siempre, como el lienzo eterniza, como la melodía se cuela en tu memoria y va saliendo sin querer entre los balbuceos de tu vida...
Los días pasan y no somos capaces de disfrutar de los momentos mágicos que las horas nos regalan... seguro que hoy vivirás, y ayer viviste, un espacio que has asido para tu eternidad, un momento mágico que te hizo vibrar un instante... un pellizco de historia, que se narra con pinceladas de luz... un escuchar esa voz que te transfigura, te conforta, te anima, te eleva, te arranca del suelo y te hace correr, [allegro ma non troppo] hacia el mar...Entra, como la obertura de la sexta de Beethoven, como manda la partitura: allegro ma non troppo... sin correr, pero con la alegría de los pasos recorridos hasta la orilla...
Te espero en el instante del mar.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,
Entra como la obertura de la sexta de Beethoven, como manda la partitura: allegro ma non troppo... sin correr, pero con la alegría de los pasos recorridos hasta la orilla... detrás quedan muchas historias, muchos recuerdos, muchas seguridades... delante, la inmensidad de un mar que le espera para envolverla en sus libres vestiduras...
Sorolla eterniza el instante, el instante que nadie percibe, en instante de luz y de movimiento, el instante del espacio, cuando la ola retrocede y la niña se suspende en el aire que la recibe... poco a poco, sin prisa, pero sin pausar los deseos más enraizados en el interior. Eternizar los espacios, los momentos, los colores, las luces, los saltos de la partitura...
Eterniza el insante, como el cosquilleo de las cosas se dibuja en ti... y entra, como manda la partitura, allegro ma non troppo... sin correr, pero con la alegría de los pasos recorridos hasta la orilla... detrás quedan muchas historias, muchos recuerdos, muchas seguridades... delante, la inmensidad de un mar que te espera para envolverte en sus libres vestiduras... y mar adentro, siente la libertad de un cuerpo tibio que, como pinceles en la paleta, como notas en la partitura, van dibujando la cadencia ascendete del placer de sentirse libre...
Hay juegos de luces, personajes que viven su historia paralela a la tuya, barcas que flotan esperando que alguien coja su timón y se las lleve más allá de horizonte, donde nace el arco iris y no se termina la historia... deja atrás la orilla, la de las piedras y la arena caliente... y entra en el mar... donde las caracolas se llenan de melodías que recordarás cuando vuelvas a la tierra que te vio nacer...
Estamos cansados de correr, de ver tanta luz sin ver, de hacer tantas cosas si parar, de pasar tantas páginas del calendario sin saborear, de vivir el sinvivir de la vida... y ¿te has parado alguna vez? ¿has sentido la paz del instante antes de avanzar? Los instantes en la vida duran un instante, pero tú puedes hacerlos de treinta, de veinte, de quince, de cuarenta y hasta de cincuenta y seis minutos, y aún durando lo que los relojes marcan, los instantes puden durar toda una vida, una historia o simplemente volverse eternidad... y meterse para siempre dentro de una caracola... La caracola guarda el instante para siempre, como el lienzo eterniza, como la melodía se cuela en tu memoria y va saliendo sin querer entre los balbuceos de tu vida...
Los días pasan y no somos capaces de disfrutar de los momentos mágicos que las horas nos regalan... seguro que hoy vivirás, y ayer viviste, un espacio que has asido para tu eternidad, un momento mágico que te hizo vibrar un instante... un pellizco de historia, que se narra con pinceladas de luz... un escuchar esa voz que te transfigura, te conforta, te anima, te eleva, te arranca del suelo y te hace correr, [allegro ma non troppo] hacia el mar...Entra, como la obertura de la sexta de Beethoven, como manda la partitura: allegro ma non troppo... sin correr, pero con la alegría de los pasos recorridos hasta la orilla...
Te espero en el instante del mar.,.,.,.,.,.,.,.,.,.,
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