Bartolomé Esteban MURILLO
Jesús, el Buen Pastor
c. 1660
Óleo sobre lienzo,
161 x 123 cm
Museo del Prado, Madrid
Jesus bleibet meine Freude
meines her zens trost und saft
Jesus wehret al lem lei de
erist meines lebens kraft
meiner Augen lust und sone
meiner see le schatz und wonne
darum lassích Jesum nicht
ausdem her zen und Ge sicht
Salir de la pintura barroca es casi salir de la idiosincrasia del que escribe... y hoy en concreto, del mecenas que busca encontrarse con su obra en este espacio que transgreda las barreras entre el tiempo y el instante...
En el Evangelio de San Juan (10, 11-14) se compara al Cristo con el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas. Esta sería la posible base documental de este trabajo en el que Murillo emplea a sus protagonistas principales: los niños, bien se trate de niños de la calle -como en Dos niños comiendo uvas y melón- o celestiales como en este caso. El Niño Jesús se sitúa en un paisaje con una referencia arquitectónica al fondo, sentado sobre algunos restos clasicistas y dirigiendo su mirada al espectador. En la mano derecha lleva la vara del pastor y con la izquierda acaricia al cordero, quien también dirige la mirada hacia nosotros. La composición se estructura con una pirámide característica del Renacimiento mientras que la pierna y la vara se ubican en diagonal para reforzar el ritmo del conjunto. La atmósfera creada gracias a la iluminación y el colorido recuerdan a la escuela veneciana, aportando el maestro sevillano una idealización de las figuras que no aparece en sus escenas costumbristas.
Murillo es uno de los grandes pintores de temas infantiles, tanto por sus famosas escenas costumbristas protagonizadas por niños como por sus representaciones religiosas. En esta obra aparece el Niño Jesús en la parábola bíblica del buen pastor que apacienta y cuida de sus ovejas. Se trata de un tipo de imágenes de gran éxito entre la sociedad sevillana de la época, y cuya eficacia devocional se ha mantenido intacta a través de los siglos. En ellas se conjuga un estilo sabio y delicado con un contenido amable y dulce. Originariamente era algo más pequeño, pero fue ampliado antes de 1746 para que formara pareja con San Juan Bautista niño. La flor de lis indica la pertenencia a la colección de Isabel de Farnesio, gran coleccionista de la obra de Murillo.Procede de la Colección Real.
Hasta aqui lo que de Murillo cabe decir... es muy dificil romper las cronologías, y mucho más las coordenadas temporales... pero puede ser que el que lee y escucha... el que contempla, haga del Arte su espacio, y del lienzo su escenario...
Cuando pensamos en el Buen Pastor que cuida de sus ovejas, pensamos en el que nos cuida y protege, el que nos lleva a esa sensación placentera del eterno bienestar... el que es el consuelo, la dulzura de mi corazón y nos defiende de todo mal... (así reza la 147 de Bach que en alemán escuchas, y así prosigue) el me defiende de todo mal, Él es la fuerza de mi vida, la alegría y el sol de mis ojos, el tesoro y las delicias de mi alma por eso no aparto a Jesús de mi corazón y de mi vida. El que, como dice el Salmo, repara nuestras fuerzas y nos lleva hacia praderas tranquilas... ¿quien dijo que allí no había amapolas? ¿quién dijo que no podríamos pasear de la mano de quien nos ama de la mano, como el matrimonio de mercaderes italianos? ¿quién dijo que entre esas praderas tranquilas no pudira nacer Venus, la eterna vida y primavera? ¿por qué en esas praderas no podía estar el nido del dulce gilguero que Rafael de Sanzio, pintor de Urbino, colocó entre las manos del Bautista? [impresiones, no más..]
Ante las ruinas... el Buen Pastor... y ante el Buen Pastor, tu ser envuelto en la paz de un estado de tácita quietud... sumergirse en un campo de amapolas, cuando el cielo de Argenteuil recrea una impresión de espacios que envuelven de nuevo...
La pincelada del español sevillano y barroco es precisa, serena, firme... un dibujo seguro, porque Él es el Buen Pastor... mientras que nosotros caminamos entre las inquitenates pinceladas del francés parisino y padre del impresionismo... pequeñas manchas, como pequeños cosquilleos fluyen en nuestra alma... movimiento inquietante que dibujan la serena quietud del movimiento de los que caminan por valles oscuros y necesitan del Buen Pastor... que precisamente Murillo, pinta de niño... porque solo los que se hacen como niños podrán caminar eterna y enteramente entre amapolas bajo el cielo azul de Argenteuil...
impresiones barrocas
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del que escribe
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- está claro -
1 comentario:
Las musas no suelen responder. Inspiran y punto. Pero esta musa es especial. Pide por encargo no una sino dos obras de arte. Y éstas llegan a casa sin I.V.A, sin firmarle a un cartero un recibí, sin que nadie las reciba por ella. La vida está llena de buenos pastores, y tu sabes de lo que te hablo. Personas que, gracias a su experiencia, intentan guiarte por el camino que parece menos empedrado, que te ayudan, que te prestan su vara para que no te pierdas entre el tiempo y los instantes, sino que los disfrutes y los convivas con los que te rodean y es que a ti "consuelo, dulzura y corazón" nunca te faltaron.
Esto puede que solo sean impresiones barrocas, pero tu, una vez más, me has impresionado.
GRACIAS Y, FELICÍSIMO 2010! =)
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