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Las obras fueron encomendadas a Pedro Sánchez Falconete y se prolongaron hasta 1670. Es un edificio de planta rectangular, de una sola nave y cabecera recta que mantiene los esquemas de los templos conventuales hispalenses. Las bóvedas presentan una interesante decoración a base de yeserías geométricas de cartones recortados, que en la cabecera se transforman en temas vegetales, mascarones y puttis. La fachada se articula en tres cuerpos en altura, y en su parte superior se aleja del proyecto original y se debe al genio barroco Leonardo de Figueroa.
Finalizada la estructura arquitectónica, a partir de 1670 se emprendió la costosa decoración interior, en la que intervinieron los mejores artistas que entonces trabajaban en la ciudad. El retablo mayor fue encomendado al tracista Bernardo Simón de Pineda, mientras que para las esculturas se recurrió a Pedro Roldán, a quien se debe un espléndido relieve sobre el Descendimiento de Cristo que fue restaurado a finales de 2006 y que es, sin duda, una de las cumbres del barroco hispano.
Para las obras pictóricas Bartolomé Esteban Murillo y Juan Valdés Leal los escogidos, lo que ya da la medida de la relevancia de esta empresa religiosa y artística. Su programa iconográfico se basa en los propios estatutos de la Hermandad y, singularmente, en El discurso de la verdad, escrito por Miguel de Mañara ingresó en ella en 1662 y cuya figura ha sido decisiva en su historia.
La mejor expresión gráfica estos principios teológicos son los jeroglíficos de las postrimerías, dos lienzos de Valdés Leal: In ictu oculi y Finis Gloriæ Mundi. La fugacidad de la vida y la presencia de la muerte se presentan al espectador de manera descarnada en un intento de sacudir las conciencias e invitar a la caridad.
Murillo realza un programa iconográfico basado en las Obras de Misericordia y en algunas escena hagiográfica de la Santa y Reina Isabel de hungría (actualmente en proceso de restauración en el IAPH)
Otras obras de arte completan la ornamentación de esta Iglesia y justifican su visita: un magnífico púlpito de 1674 (año en que fue abierta al culto), la decoración pictórica de las bóvedas o la del coro, con otro lienzo de Valdés Leal sobre El triunfo de la Cruz; los retablos de la Virgen de la Caridad y San José; o la escultura del Santo Cristo de la Caridad, obra de Pedro Roldán.
1 comentario:
Es éste el hospital que nos dijistes que era digno de verse??? por lo que muestras tienes razón para decirlo ... cuántas joyas y tesoros ocultos... besos, gloria
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